Texi

Vacía

La importancia de lo que no se ve…
Solo quedaba un cigarrillo y veinte minutos de espera, decidí reservarlo un poco más. Una mujer se me acercó, me pidió fuego, saqué mi encendedor y prendí su cigarrillo. Uno tras otro los autobuses fueron pasando .Hasta que solo quedámos un anciano y yo. Cuando faltaban diez minutos, decidí fumarlo; chisqué mi encendedor una y otra vez, pero no prendía. El abuelo de reojo me miraba y sonreía, entendí que no tenía fuego. Lo lancé al suelo justo antes de subir. Desde el autobús parado por el semáforo, pude ver cómo lo recogía, lo prendía y se lo fumaba.