Soy, lo heredado, lo primitivo, lo no cuestionado.
El silencio de la infancia, las inscripciones
de ese tiempo anterior, sin tibiezas
de grandes fuerzas con movimientos paradojales
y relaciones de dominio.
Soy, la manifestación a gritos, desatando nudos,
conquistando y transformando el pasado trágico,
escindido, misterioso e ignorado
de ese ser de niña que me habita.
Soy, hija y nieta real víctima de la guerra
la que necesita reflexionar, pensar,
dar a luz y revalorizar el amor,
re construyendo la palabra
de todo aquello que nos desoriento,
nos alejo indignados del juego de niños.
Soy, presencia en el deseo y la fantasía
entre la risa, la muerte y la cárcel,
pariendo en letras de colores.
Imprimiendo en los adoquines de San Telmo,
parando los relojes en un tiempo mágico
de debates y de duelos de la Avenida de Mayo
Soy, a corazón descalzo, creciendo.
Arriesgando todo, sin maldad ni armas,
siendo la pluma del verbo
en las páginas en blanco
hilvanando soles y lunas en hilos de oro
a la vida, al eterno amor, al hijo,
al héore, a la patria y a Dios
cumpliendo la promesa, desnuda
sosteniendo la mirada.
Soy, lo heredado, el no olvido
para y por el amor en libertad.
Mané Castro Videla