Madrigal
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Por quererte en mi vida
en pecado purgué feliz condena,
penitencia tan buena
pude tenerla gracias a los cielos;
fuiste mí deseada,
aquella que por años fue esperada,
y aunque cumpliste todos mis anhelos.
¡Ay, tormentosos celos!,
jamás pensé perder la tal partida.
¡No te doy por perdida!
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Original