Cuando huelo tu cuerpo
se me borra el mañana,
se me olvida el pasado
y el presente me atrapa
en los dulces racimos
de tus pechos de nata.
Cuando huelo tu cuerpo
todo yo se derrama,
la mirada se nubla
y la fiebre se clava
con sus dardos de fuego,
en el vientre y el alma.
Cuando huelo tu cuerpo,
la pasión me amordaza,
la marea me inunda
y las olas me arrastran
al volcán humeante,
a ese río de lava
que recorre tus muslos
y en mi boca se apaga.