Bien, tú has de inspirarme
para decir la verdad suave
y no lastime los heraldos
caballeros que te sorbieron.
Contigo igual departieron
varones sencillos e hidalgos,
y en su insospechado enclave
unánimes desean hallarme.
Pero la quietud y la cordura
saben mejor en tu compañía
porque eres clara, transparente,
que yo te prefiero a solas.
Muy lejos de las fumarolas
en que se bate la gente
entre suplicios y algarabías
con un tinte de locura.
Yo brindo con mi sobriedad
al poseerte en calma,
y tú en mi mano a mi boca
sutil inspiración allegas.
De tristezas a unos anegas
al poner su mundo en tu copa.
Con un sorbo tuyo mi alma
transitoria se llena de piedad.