Dulce, suave, lírica y armoniosa melodía
que recorre mi alma, y se exterioriza
a través de la virtuosidad de mis dedos,
mágico lenguaje tan subliminal
como la pasión que despierta el amor real,
así mis sentimientos se comunican
con todo aquello que posee sensibilidad,
un beso del destino
en los labios de la esperanza,
las caricias delicadamente impúdicas
del tiempo, recorriendo lentamente
la piel de la vida y sus caprichosas exigencias.
Esta poética partitura improvisadamente
se va tatuando en la espalda de la muerte,
con un dolor piadosamente soportable,
con una ternura que cura las heridas,
que depura mente, cuerpo y alma
del odio, del rencor,
melodiosa brisa emanada de mi ser,
es la que respiro al mismo tiempo,
luz abriéndose paso dentro de la cruda
y tétrica oscuridad, quedándose cariñosamente
dentro de su vientre, regalándole
sombras al vacío que a la vez le dan
compañía a la soledad allí escondida.
Todo tiene un comienzo
y un final, y este momento
no es la excepción, más, inmortal
se transformó la acción, la creación
de esta melodía para vivir,
que aunque después de un tiempo
ya no tenga a su creador
y virtuoso interprete,
tendrá en cada uno de sus momentos,
a alguien que sepa y pueda reinterpretarla
sin necesariamente tener que utilizar
mi piano negro, bastara
con que la tenga en su mente,
que la guarde en su alma, y después,
a través de su esencia humana,
con sus sentimientos nobles,
la exprese sobre la piel del alma
de quien verdaderamente ama.