Qué bello es despertar muy de mañana
y saludar a Dios.
Tomar con Él una taza de café
y platicarle de tus angustias, de tus penas,
de tus alegrías y tus problemas.
Contarle, mientras ves amanecer,
todo lo que anhelas, de la vida,
de tus hijos, tu familia.
Del trabajo y de tus manos vacías.
Tomar sorbitos de humeante café
en compañía de Dios
Es un buen bálsamo que cura muchas heridas.
Te sana todos tus males
Y a tus miles de problemas
Les ofrece miles de salidas.
Es muy gratificante compartir con Cristo
una taza de café y escuchar lo que Él te diga.
Y veras en cada sorbo su sonrisa, su mirada;
los consejos que Él te da
y lo hermoso que es la vida.
Has la prueba.
Prepárate cada amanecer una taza de café
y endúlzala siempre con una oración,
si al probarlo sientes que no es suficiente con una
… agrega entonces otras dos.
© Armando Cano.