Los hombres que sin alma deambulamos,
no podemos nuestro cuerpo descansar.
Sin saber el destino, ni sus nombres
sentenciados estamos a navegar.
No hay desgracia para un hombre desterrado,
pues la muerte le ha alcanzado en el lugar.
La soledad superpone cada paso
y el sujeto ya no existe en realidad.
El destino es imposible a nuestra mano
y la meta es absurda, no hay lugar.
Con los sueños rotos a nuestro costado
y la ambición del camino retornar.