Se oculta la tarde tras lineas oscuras
de nubes negras a lo lejos la luna aclara
y acompaña con luces la invisible aurora
al final de los cielos el alba que llama.
Estrella lejana dispersa sin forma
sin fin, ni lugar, su existencia ocupa
una ociosa belleza que mi alma nombra
el hada de Dios que en la noche acampa.
Se viste de luto entre la sombra del sol
mostrando su semblante tras temporada
se asoma afligida con su gran ilusion
anhela en la espera, su enamorada.
Amor prohibido que azotas en su pecho
el continuo dolor que depara el destino
indispensables los dos, abrumados del hecho
del profundo dolor que deja el camino.
Y tomo el ejemplo de su gran virtud
al verse una vez tras cada eclipse
les guardo respeto por tal actitud
al ver que su amor nunca se rinde.
Y observo constante al hombre y mujer
que no existe la espera por el amor
solo placeres como excusas al ser
para luego causar perdida y dolor.