equilibrio del colibrí de los últimos días
como sacrificio en el umbral de las caricias
padeces ese dolor a rosa quemada
como una segunda fundación de guitarras
sonidos lejanos polen de esferas
letras oscuras para un envenenamiento de luz
destierro íntimo que emprende su periplo de mendicidad
yegua furiosa galopada en crines
murciélagos de ceniza en el rostro
rumias teléfonos en esta mascarada de incienso
con el exacto orden de tu pupila entre astrolabios y brújulas
navegación de regreso a las playas siempre vencidas
sobre el vértice de una chispa
tenebroso olvido del iniciado en laberintos
sumido en la soledad de los órganos
como los viento exterminan la voluntad de las ramas
observo la intensa deriva lunar
que afila puentes y precipita corrientes hasta el arco del amanecer
cerillas esculpidas por el fuego
escancian mi canosa voz
el futuro la resaca de una lágrima
han decapitado de raíz la nube y el sustantivo de tu carne
mirada caníbal que devora la escarcha de los espejos
encrucijada de piel
sin nombres propios de expiar me pierdo
en la inteligencia expresiva del aullido
con movimientos circulares se articula un claro en el bosque
y en su interior la palabra ensaya su propio sonido
vocalizar oleajes
donde yace el sol mamífero ecuatorial