¡Oh pasiones desbordadas!
Que en un beso sagrado,
juntaron nuestros labios inocentes,
que jamás habían besado,
más que mejillas rosadas
y pálidas frentes.
Bien que fuimos indiferentes
ante necias opiniones
de hipócritas corazones
que por besarnos aquel día,
con cruel alevosía
quisieron condenarnos,
por tal razón amada mía,
volvamos a besarnos.
¿Quién puede ser, mi amor
la razón de tú existencia,
luz a tu florida primavera,
sino yo y mi paciencia
para cuidarte como una flor
la vida entera?
¿Quién si no tú la primera
que me pudo enseñar
el arte de amar
y la forma de besar
con tan fina expresión
sin mácula de un corazón
que bien sabe incendiarnos?
Amada mía por tal razón
volvamos a besarnos.
Ya con mis labios entumidos
por tan apasionado beso,
daré tregua a tus labios rojos,
más no creas por eso
que de besar tus labios encendidos
y de mirarte a los ojos,
se van de mi alma los antojos,
al contrario, si mi alma reposa
es para besar tu boca olorosa
con un beso más fuerte
que el primero, beso que vierte
\"Mistela\" para embriagarnos,
Amada mía, mientras llega la muerte
volvamos a besarnos.