Desde las entrañas
te confieso que te extraño,
que te anhelo,
que te quiero.
Te confieso que sin ti me muero,
que vivir no puedo,
que el aire es denso
y me quema el miedo.
Te confieso que te sueño,
que te añoro y te imploro,
te imploro que me saques de tus aguas,
que borres tus fragancias,
que me quites estas malditas ansias
de quererte aquí a mi lado,
de asfixiarme sin tus brazos.
Y te confieso
que me faltas,
que dueles, que me arrastras,
y me alzas, me elevas
y me descargas.
Te confieso que eres el cielo
por donde vuelo,
que eres el amargo en mi garganta,
el pájaro que calla;
el pájaro que ya no canta.
Te confieso que me matas,
me atas, me sacudes
y me calmas.
Que eres la euforia y el vacío,
lo que alebresta el alma,
el dorado y los atavíos,
la causante de todos mis desvaríos,
te confieso que te amo,
y te confieso, amor mío,
que contigo
estoy perdido.