Despierto en cada mañana
a un paso de tantas ramas
y me tocan con sus manos
y viene al encuentro la calma.
Los pastizales, el alto cerco,
camino de tierra y arena,
los surcos de flor de un día,
mi campo es un quitapenas.
Muy temprano ya se escuchan
mis once perros ladrando,
zorzales, calándrias, jilgueros
y una zamba tarareando.
Desde el fresco alero abierto
donde se mira al jardín,
hasta el adiós del campo,
mi querer no tendrá fín.
Morir en cielo Argentino
en una tarde cualquiera
y el invierno que me dijo:
¿Si querés?...en primavera.
La gramilla, el estanque, la huerta,
la hilera larga de casuarinas,
la noche clamando bajito,
la luna grande que se aproxima.
Soy prisionero de tu libertad,
mi caballo \"Cholo querido\",
mi amada familia, tus flores...
manzanillas que no olvido.
Desde el fresco alero abierto
donde se mira al jardín,
hasta el adiós del campo,
mi querer no tendrá fín.