Aquellas aguas claras, sonoras, cantarinas,
con mensajes del cielo, bajan de las colinas,
y dicen a mi alma que tu amor no termina,
que me sigues queriendo convertida en Ondina.
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Si mi aliento sirviera para resucitarte,
yo sin él me quedara por volver a adorarte.
y aún después de muerto, volvería a amarte
y la muerte daría por volver a besarte.
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Hoy te miro a los ojos mi bella enamorada,
y te contemplo triste, sin brillo en la mirada.
Y solloza por dentro mi alma desesperada,
al sentirse culpable, aún sin hacerte nada.
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Por intentar quererte con amor tan intenso,
con el resto del alma te compuse estos versos.
Ahora vivo vagando, perdido en mi universo,
ahogado entre las aguas de este amor tan inmenso.
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Mirándote una tarde, quedéme yo prendado
de ese negro profundo de tus ojos rasgados.
Quisiera, si muriese, morirme yo a tu lado,
mirando esos tizones, por su fuego abrasado.
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Enredada en tu pelo quedóse mi mirada,
y con ella un retazo de mi alma enamorada.
Después te fuiste lejos dejando destrozada
mi vida que, por siempre, vaga desamparada.
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Quisiera por la tarde disfrutar de la brisa,
mirándome en tus ojos con deleite, sin prisa,
contemplando extasiado la paz de tu sonrisa
y sellarla con besos de sabor a melisa.
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Por besar en tus labios ardió mi corazón,
quién pensara aquel día, del hoy, mi desazón,
vagando por mi vida como un triste bufón
llorando, por no verte, mi triste frustración.
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Se pararon las horas al contemplar tus ojos,
y hasta los mismos cielos, postrándose de hinojos,
cesaron la tormenta, calmaron sus enojos,
y te cantaron juntos mirlos y petirrojos.
Mayo de 2015