Por un instante me invadió la muerte
como compañero silencioso de viaje
el frio era su equipaje
y su abrigo la neblina
en el crepúsculo de mi muerte
me detuvo un dulce beso
era frio y tibio; simple y dulce
y en mis labios, un rojo carmín se grabo
me escapaba de los brazos de la muerte
pues no era tan buena compañía
y el que en ese instante me abrazaba
estaba muerto en vida
sin sentido deambulaba
el camino de mi pasado
buscando el dueño del beso
que de nuevo; vida me trajo
se grabó en mis labios un beso
que sentía mis mejillas sonrojadas
aun estando pálida
sentía mis laditos en este cuerpo inerte
al final de la calle lo percibí
hermoso y varonil
cabellera de negro azabache
y su piel blanca donde solo resaltaban sus labios
sin prisa y deseosa lo abrase
sentí su gélido cuerpo
mientras él me abrazaba
y me amaba
sin percibir era una tumba nuestro lecho
sentí un sexi latido en mi cuello
y su mirada penetrante que decía no te vallas
pero tengo que dejarte
el temor entro en mi
y la vida en mi cuerpo del todo volvió
y con el alba de la madrugada
me dijo adiós…
el se iba; mientras los rayos del sol
venían fuerte y sin permiso
y el frio de su cuerpo
me dejaba llena de sosiego
con el sol a esplendor
veía el lecho de mi amor
deseando que llegara la noche
y de nuevo; ser amada por ese hombre
un vampiro que mi cuello no mordio
pero vida me dio
me amo sin decir adiós
y con un beso me dijo...
¡esta noche; será para los dos!
Vampirimia
Mia Aragon
27/03/2017