Dios te hizo mujer para alumbrar la vida,
para sembrar el amor y madurar la espiga,
para regar la cosecha con tu llanto,
para arrancar la cizaña con tus manos.
Dios te hizo mujer por puro orgullo,
para mostrar que era capaz de hacerlo,
para mostrar su obra más perfecta,
para humillar a Satán en sus iniernos.
Dios te hizo mujer y se sintió celoso,
celos de Adán sintió al saberse solo
y aunque intentó crearse compañera
ni él mismo pudo crear nada más bello.
Y cuando vio como te amaba el hombre,
ciego de ira, condenó tu estirpe
–tú eras más fuerte que él, una y mil veces–,
tomó la espada, no pudo contenerse.
Por eso eres el blanco de sus iras,
¡parirás con dolor! fue su condena
y en cualquier religión en que él se esconda
tú serás una esclava de la tierra.