Traigo sangrando el alma por un arquero
Que con flecha de acero me atravesó
Tambaleo, me derramo por el sendero
Porque en lo más profundo me punzó.
No conozco ni médico ni curandero
Que atine a calmar tan fuerte queja
Traidor centauro y aventurero
Que sin razón o motivo me deja
Herida ,y sangrante en este desfiladero.
Promulgaba , por siempre,adorarme,
Hasta me creí tan bella palabreja,
renuncie a la guerra al desarme,
me di sin fin ,entera, y a tocateja.
Más, ya, poco importa el dolor
O que se deshaga mi alma en la tristeza.
Quizás,desaparezca tanto amargor
Si la soledad ,muerta e inerte ,
me abandona, en esta corteza.
Antonia Ceada Acevedo