Tendré que vestirme de horizonte.
Apretar las palabras como a trapo
perfumado.
Destilar la paciencia entre los
dedos sembrando.
Vestirme con ropaje apaisado.
Un porfiarle a la vida
madrugarle
sin pensar mucho lo inspirado.
Tener el cielo en un frasco apretado
para que no se escape
ni el trueno ni el delirio
de la tierra con pasado.
Un ave de rapiña eligió
su presa desde lo alto del páramo
eligió la dicha de atrapar
con sus garras al condenado
no eligió ser perdonado.