Amo el nombre genti, amo la honesta
aura del rostro que del pecho arrancha
Amo la mano delicada y blanca
que mis lloros a secar acude presto,
los brazos donde yo doblo la testa
que a mi trabajo sirve de palanca.
Amo la frente pura, abierta, franca,
donde toda virtud se manifiesta.
Pero amo mucho mas la voz sencilla
que el animo conforta entristecido
convencido y causando maravilla.
Esa voz que cariñosa hasta mi oido
llega al alba a decirme dulce y bajo:
Hija mia:¡Es la hora del trabajo!
Edmundo de Amicis