Manso desmayas mi tierna alma en secreto
guardo las mieles de tus aromas
en el aceite de mi cuerpo
donde navega tu luz.
Quédate flama de fuego
de tí en mí
clavado en mis huesos
porque aún templo soy
hasta la misma raíz.
En mis claros sueños
veo el gozo del cielo
un paisaje celestial
de vida eterna
y lo sagrado del pan.
A lo lejos se contempla
la orilla azul del mar
su fina arena
de una blancura brillante.
Regreso a tí para
amar como tú,
caminar contigo
y confiar en tí.
Rosa Maria Reeder
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