¡Arrodillen! La vencedora irrumpe la ciudad.
No soportaron las murallas y fosos,
Las almenas están quebradas, las fortificaciones deshechas.
¡Arrodillen! – Entra la Primavera.
No son capaces ni edificios grandes y feos,
Los rascacielos hoscos, ni los problemas,
Pesares y quehaceres de detenerla.
Entra la Primavera, con el frondoso verdor reciente
Y con las patas de los pajaritos
Pisó la lúgubre calavera
Del invierno y la tristeza...
Entró la hueste libertadora del cielo azul y limpio
Y del calor amigable, aún tenue, aún ligero.
Cedieron la nieve, el frío, el cierzo y el velo gris,
Infames ocupadores del urbe y del firmamento.
Primavera entró, imponiendo su yugo dulce y ligero.
Se renovó la vida. Los rebrotes verdes
Rompen el hielo, brotan el asfalto y el polvo.
La ciudad gigantesca empezó a reverberar
Bajo el cielo azul... El azul inundó la planicie...
Empezaron a susurrar los espíritus
En los árboles nuevamente frondosos.
Entra la hueste invicta de la Primavera.
Entra la procesión solemne y sacra.
No parará, no suspenderá nada a ella:
Ni el dolor, ni la muerte, persecución y dictadura,
Hambre y pobreza, enfermedad ni desdicha –
Todo arrolla la Primavera, se lleva delante
Cualquier impedimento, cualquier obstáculo ignora,
Por fuerte que sea.
Empieza, arranca, revive, brota, pase lo que pase.
Correrán las jóvenes ardillas, en los bosques y parques –
Pequeños fueguecillos.
Refulge, se dispersa la luz, traspasando las hojas
En los boscajes y robledales antiguos.
Todo lo conquista la luz, el azul y la calor,
El color regresa a las cosas.
Empiezan a cantar los pájaros alegres, regresados
Del largo destierro, pregones de la victoria...
Entró la Primavera, imparable, incontenible,
Impositiva, verde y bondadosa, lúcida,
Tajante, sensual, victoriosa e ineluctible.
Irrumpió, atropellando al enemigo.
La Primavera pisó con pie vencedora y ligera,
Con patas de los bulliciosos gorriones, la calavera.
Sus fieles adalides, Música y Poesía,
Plantaron la bandera verde – cerúlea sobre la ciudad.
La Primavera entró, la verde resurrección,
Con fiesta, bullicio y algazara, parranda y baile.
Con los atardeceres de oro y vino,
Con el oro bermejo de la tarde, con el malva
Del cielo vespertino y el turquís del nocturno,
Con el rocío de nácar de las calladas madrugadas,
Con las canciones y el Amor
Irrumpió la ciudad polvorienta.
Imparable, reciente, bella temporada.
¡Arrodillen! La Primavera entró la ciudad,
Reina potente, benévola e indulgente.