Tu boca cabe en mi boca
como en la flor la semilla de otra flor;
tus manos llenan mis manos,
y son otras manos así
las manos nuestras.
Mis ojos miran desde tus ojos,
dándole al mundo el color
de un beso que nos acaricia,
y las pieles son un abrigo,
tibio y dulce, como el agua.
Se alarga tu cabello en mi pecho,
dejando su aroma tan negro,
todo el brillo perfumado
que le regala el viento,
cuando lo acuna entre sus dedos.
Tu frente entonces llama a mis labios,
y en su planicie fina,
siembro centenares de besos;
recoge el corazón tus pensamientos,
y por las venas vuelan los versos