In memoriam
Al beber el cáliz de tu pálido fuego,
una oleada de sangre me subió por el pecho
calentando mi corazón largo trecho maltrecho
y dejándome herido, marrido y enfermo.
Apuré hasta la última gota de tu dulce veneno
preparado para afrontar el último sueño,
y me tumbé en un lecho cubierto de cieno
para hundirme en la oscuridad del negro silencio,
arrullado por los susurros del viento.
Salí al encuentro de la Muerte
con aire resuelto y valiente,
pero me encontré con que Ella rehusó verme
cuando ya la miraba de frente.
Y así fue como fui devuelto a la vida
sin yo querer vadear la otra orilla,
y resignado me hube de quedar
sin poderme siquiera quejar
por no hallar junto a ti mi lugar.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.