¡Amor! ¡Oye!..llegó la despedida,
como cuando por la perenne tarde
se va el sol, se hizo ya de noche y arde
cual presuntuosa combustión tu herida.
Ya no estarán tus noches de bohemia;
y al verme abril, platónico de amor
como aquel nibelungo pecador...
será mi corazón una blasfemia.
¡Y lloraré al mirarme de ti ajeno,
entonces el eburno de tu seno
florecerá de tiempo en mi jardín!
Hoy suenan tristes pálidas canciones,
yertos ópalos en renunciaciones
lamen la horrenda lágrima de Odín.
Derechos reservados de autor
John Morales Arriola