El primer amor es el más esplendoroso delirio,
es el emerger de nuevas ilusiones y emociones,
y aunque no siempre es totalmente correspondido,
custodia la más vehemente detonación de sensaciones.
Pero si el amor se ve tentado ante el más vil engaño,
aquellos amantes están destinados a un amargo despido,
sin embargo, es más el sufrimiento de quien con dolo fue traicionado,
sintiéndose el irrisorio del que muy poco lo quiso.
Si, así me sentí, burlado y malogrado ante la más ingenua entrega de mi corazón,
momentáneamente imposibilitado de volver a confiar,
temiendo de que como la primera vez no se pueda volver a amar con la misma intensidad,
pero decidido férreamente a remontar la más triste pena y adversidad.
El arrebol de mis mejillas ante tu presencia, disipó,
el sentimiento más acendrado y diáfano, sucumbió,
el sosiego de mi corazón amainó ante el desamor,
de quien un día con un terraplén de mentiras lo alimentó.
Que poco me quisiste, no lo dudo,
que no me valoraste, no lo discuto,
el tiempo me dio la apertura de comprender, que fui un juego,
un trofeo del que ufanabas mantener bajo tu aposento y poder.
Si en lo más recóndito del mundo hubieras estado,
por el amor que escoltaba te hubiese seguido,
a los confines del mundo te hubiera acompañado,
si hubieses respetado lo que durante un tiempo construimos.
Si no me hubieras traicionado sin la más mínima pena,
mi amor, yo por ti capaz de todo hubiera sido,
pero más ufano que nunca hoy te afirmo,
que en la porfía de mis pensamientos poco a poco has desvanecido.
Aunque el peor de los males haya padecido,
fue menester para haber comprobado y aprendido,
que es un gran desperdicio el tiempo invertido,
en la amarga experiencia de un amor mal correspondido.
Jenely Baquezea
Autora