Glomo

En vez de salir, entro.

         En vez de salir, entro. En vez de levantarme, caigo. 

         No me levantes, no te molestes, no me molestes.

         No te preocupes, déjame en paz y no me preocupes

         a mí. Estoy entrando y si sientes miedo es tu miedo. 

         Si abocas el quererme a sacarme, a salir, es porque no

         

         quieres entrar y no es culpa mía, y tampoco es amor, 

         es tu forma de estar y de querer, que no es la mía 

         y además no me la creo. Creer no es crear y a veces

         comparten la oscuridad abisal, crees que querer es

         esto y creas las condiciones para que sea creíble y 

        yo no me las creo y, ¿sabes por qué? Porque en el fondo 

        abisal hay una luz y yo la he visto, está dentro y no

        fuera. Entro y me sumerjo y hay un niño-pez con apéndice 

        luminoso y cara de monstruo que me evita, me tiene 

        miedo. Yo salía cada vez que le veía, no soportaba el

        susto. Ahora le busco con cuidado para que no huya de

        mí. Una vez me dijo que sentía mi ansia, que eso le 

        asustaba. Desde entonces me sumerjo con cuidado y 

        le quiero y puedo salir y querer. Si no es

        así, madre, no puedo querer, puedo hacer el intento 

        vano pero es vanidad, puedo creer y puedo crear, sin

        verdad. En la profundidad abisal hay una luz de

        monstruosa felicidad.