Bebe del agua de la fuente fresca
de sorbo en sorbo ingiere con esmero
espera que de aquello hondo un te quiero
incierta alma bendita, bien le ofrezca.
Y cuando llega el viento que la agita
se incorpora de su actitud postrada
su mirada se pierde hacia la nada
mientras tanto; él la añora y la medita.
La calma pone fin al remolino
no hay nada que en su afán su afán evada
si en su búsqueda encuentra lo divino.
Alguien le habla y él se piensa escuchado
la voz dulce que asemeja de una hada
tal que hace, que se sienta afortunado.