Callar por callar no cuenta, no vale el castigo, la mañana canta a pesar del temple.
Te advierto en tu forma de apreciar, te advierto como es tu falta de conciencia y tu desafortunada protección.
Te reparo la inconsecuencia con tu ligereza al sumar.
Es el menoscabo en tu reminiscencia o la abundancia de tu encanto lo que reprime sacudirte el amorfo ser que escolta sobre ti.
A la larga esa sabiduría se enflaquece consintiendo que adolezca la distinción.
Tonto merodeador es el amor, apurada y espinosa la persecución sin confines que hay que alcanzar, por un gorrión y a veces por un crepúsculo azul.
La devoción perpetuamente será para los experimentados, pero no será en ningún tiempo un trueque para la felicidad.