El cielo se viste de un naranja intenso, con pinceladas carmín.
El astro rey parece zambullirse en las aguas de un mar en calma.
La brisa suave acaricia cuanto se cruza a su paso.
Aves solitarias surcan el horizonte en busca de sus nidos.
La noche, en calma y elegante se hace presente.
Las estrellas se asoman curiosas.
La tímida luna nueva deja ver su sonrisa.
Me envuelve el silencio típico del día que termina.
Respiro sereno. Contemplo y callo.
Se despiertan los sonidos de la noche.
En ángel nocturno comienza su turno vigilante.
Aquí me encuentro envuelto en mi misterio.
Desgrano los recuerdos envueltos en nostalgia. Neutralizo los tétricos fantasmas que quieren atacarme.
Cuán difícil resulta confiar, cuando se ha aprendido a tenerlo todo bajo el control férreo.
La inseguridad extiende sus brazos y abraza mi frágil soma.
Cansado me acurruco vencido y sin fuerzas.
Cierro mis ojos y déjome llevar.
Siéntome cual párvulo indefenso que solo y triste espera; la cálida caricia de un nuevo amanecer.