Jesus Benages

UN SILENCIO EN VOZ ALTA

ES UN SILENCIO EN VOZ ALTA, remitente, adherido, ingrávido en la atmósfera, inspirador al tiempo que denostado como una lluvia imperceptible con la prisa, demoníaco para ángeles de guante blanco, parsimonioso, receloso tras la mancha magma del avance atronador, ingrato, caleidoscopio tras las rejas, magnánimo, reinante en las profundidades que aúnan el mundo, sublime, imperceptible, resquebrajado y blanco, pendenciero, hielo y tiempo, cielo y tierra; aire en tu cajón cerrado.

 

Premonitorio, gesticular, ausencia y juicio final que trama la huída; olfato inmemoriable, caballo y tigre, mágico y correoso en la decepción que nos invade y que nos embiste.

 

Tumultuoso, ruin, orgulloso en la satisfacción, resiliente y ferviente admirador en la toma de poder que lo pospone; educacional.

 

O como espiga o como campo, a verde o a ola de brisa, a estampida, a la solitaria conquista del frío, al giro de piel bajo el sol, a ombligo, recogimiento y parto.

 

A garabato, a transeúnte, a menguar, pálido, a brizna, a hoja caída de un árbol, a inmortal, a cosecha del propio horadado corazón, a sonrisa a solas en la memoria, al placer de escuchar un abrazo envuelto con el latido de un extraño al recogerlo, al amor, a sueño y a vigilia, a convulsión, ensoñación y realidad.

 

Un silencio en voz alta que delata la expresión de lo absoluto junto al mundo interno que enmudece nuestros actos.