Debería bastar con besar la luz de tu otoño,
con mirarte la boca como si fueras etéreo,
debería ser suficiente comerte con la mirada,
para saber de la brisa que se arrumaca en tu espalda,
del blancor de la lluvia que gotea el deseo;
pero todos queremos palparnos,
saber qué enredos desayunamos en las tostadas,
cercar los párpados de suspiros,
vivir en fin, el amor, aunque sea efímero.