Escondes en el contorno de tus alas desplegadas
la sonrisa ingrávida,
la hora creciente danzando en puntillas
donde la lluvia adormecida
tráe luminosa luz,
y te posas en las flores
apoyadas en mi piel.
Tu aleteo sostiene al amor de mi vida,
y al cielo en calma
acrecentando el aroma
a bosque de sueños por realizar.
Se hace necesario
el asombro al contemplarte
y no perder la inocencia de niña,
acurrucarse en los pliegues
de tus manchas de colores azules,
desapareciendo en libertad,
en un murmullo de silencio dulce.
Cualquier día es el mejor
para agarrarte de la mano
y dejarse llenar los ojos de vuelos libres
de los que lentamente he ido perdiendo.