Y qué le digo a la mañana
si se me echa encima de los ojos
vestida de silencio,
me trae un puñado de estrellas
para que den luz a mis ojos.
Y qué le digo a la mañana
acostumbrada a acariciar las flores,
a ese tiempo donde hermoseaban las palabras
se respiraba poesía
y arropabas con verdadera esencia
un universo con nuevas sensaciones.
Y qué le digo a la mañana
si quedan pocos lagos de esperanza,
si te besaría el alma cachito a cachito
tendido sobre mis sábanas blancas.
(Corregido)