Contaré como puedes enterrar un cadáver de algo que nunca existió, si, algo que nunca tuvo presencia, que nunca respiró, que nunca se vio, que nunca tuvo razón de ser.
Te he vuelto a ver el día de hoy, me he dado cuenta que nunca pasó nada, que nada ha cambiado, que solamente uno de los dos estaba dispuesto a darlo todo. Me había enamorado de algo que no existía, algo que solamente yo, en mi inmensa testarudez estaba creyendo fervientemente en que algo cambiaría.
Hoy por fin lo he de enterrar, sin remordimiento, ese peso muerto que llevaba se ha desvanecido. Lo que quedaba, lo has matado tú, no ha sufrido, no ha llorado, lo has matado sin dolor alguno, con un par de palabras, más peligrosa y filosas que una daga. Sin remordimiento alguno te diré que di lo mejor.
Por fin hoy te olvido, espero que tú ya lo hayas hecho.
Atte: Un amor que se lo volvió polvo en el olvido.