Flores en el suelo,
sus pétalos lucen de rojo,
despacio lloran los árboles
movidos por el viento.
Notas tristes
en lo alto del cielo,
suave melodía
que detuvo el tiempo.
Allí descansa muerto,
allí descansan sus sueños,
yace un animal tendido
junto a sus ojos negros.
La vida se lo llevó
sin mediar la mano negro,
cuentan los animales que vieron
la huella del hombre.
Se refresca su lengua morada
descansando en la tierra seca,
sus patas retorcidas bajan
hasta el valle de la muerte.
Escondido está el cobarde
esperando a matarte,
con apestoso aliento
y cruel mirada.
No se apiadó
del pequeño cervatillo,
fue un disparo certero
que alcanzó el cerebro.
Ahora es el rey,
el amo de la creación.
Tú que bajo la mano de dios
dominas a las criaturas.
Pena me das asesino,
porque tu bala vomitaste
desde las entrañas oscuras
donde viven tus miedos.
Ponte tu corona y danza,
como danza el mismísimo diablo
en las calderas del infierno
al calor del humo del odio.
Ahora descansa mi niño
a la sombra de la vereda,
la luz se volvió dispersa
entre la gran arboleda.
¡Descansa!
que tu sangre se volvió primavera.
¡Descansa!
que tu carne se volvió mariposa.
¡Descansa!
mi ángel, descansa,
que algún día el hombre pagará
por todos los horrores cometidos.