Que encuentres al menos una persona que te remueva por dentro,
que haga saltar por los aires tus casillas,
que ponga la herida y la sal,
que te descubra la profundidad de tus abismos,
que destiña alguno de tus cuentos rosas
y que le prenda fuego a los finales felices.
Alguien que te condene a recoger tus propias cenizas
mientras sopla con fuerza esparciéndolas todavía más.
Alguien que te robe el mapa de lo que fuiste con ella
y destroce tu brújula
condenándote a caminar sin rumbo.
Que encuentres al menos una persona de esas,
porque créeme, ahora lo sé:
cuando regresas de alguien así,
-porque siempre se regresa-
no se vuelve a ser la misma.
Ni falta que hace.