Saludando llegas, sin embargo
es sorpresiva tu llegada
y aunque nadie te espera en este llano
te regresa el saludo la mirada.
Esta mirada sierva de costumbre
que se disfraza de humedades,
rogando al dios del cielo; gobernante,
que traiga el sol y no las tempestades.
Pues vive esta ciudad en un invierno
pese al calor violento y sofocante
este querer y no querer, este no amarse
de un corazón, en la penumbra, navegante.
Y entonces, primavera de colores,
rómpenos las ventanas y las puertas
y embriaga la tristeza del perfume
que emana hoy de tus flores abiertas.
Bajo esta luz que da al verso la vida
y al siervo pasto y a su pasto rosas,
es esto un manifiesto de frescuras
por el que nacen hoy todas las cosas.
Qué puedo hacerle yo, si en el rocío
el alma, de la tierra se enamora,
qué puedo ser, si no soy más que río
y albor, frescor y nube tras la aurora.
Sé bienvenida, entonces, primavera.
Sé bienvenida por quienes te esperen
Sé, pues siendo arrullas y despiertas,
al fiel que nace y al traidor que muere.
- Noel Salinas