Te confieso, que te vi anoche en mis sueños,
y que el tiempo volvió a cuando estábamos juntos.
Me acompañabas en el columpio junto a mi,
y no nos apartábamos para llorar ni para reír.
Te aseguro, que todo lo hacíamos juntos y que no nos importaba el tiempo,
ni la lluvia, ni el viento.
Admito, que con mirarnos fijamente no nos odiábamos,
que los pájaros y el cielo sonréian cuando nos abrazábamos.
Declaro, que no nos costaba tanto cada mirada.
Te garantizo, que el mundo nos envidiaba,
y que los ángeles desde lo alto por tanto amor nos celaban.
Te juro, que te extraño, y que cada condenada lagrima que hoy dejé caer,
me hizo entender que me odio,
que te amo, te extraño, te añoro y te ansío.
Y que sobre todo y aún perdiendo de mi dignidad todo,
te espero para volver a ser niños.