El corazón que en su final no siente,
será interludio de un final sin trama,
habrá perdido ya toda su flama,
y nunca más aquí estará presente.
Serán turbios escombros de la mente,
entre ateridas sombras del olvido,
que llevan el secreto incomprendido
de lo que nosotros somos realmente.
No late el corazón, se hiela el alma,
ya no brota ni clama este torrente,
ya no hierve la sangre intensamente
que por la piel ansiosa se derrama.
No corre, la púrpura entre las venas,
¡qué bello color tenia allí mi sangre!
fue intenso el tinte donde aquel desangre,
tiño de rojo, y rompió cadenas.
Hugo Blair M.
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