Rob Aldrin

Narco-destrucción

Mis garras van escarbando
hasta encontrar mis inhalaciones autodestructivas.
Tengo el juicio muy blando
y los desencajados huesos con la piel adherida.
La mugre va colonizando
porque me han traicionado mis olfatos paganos.
Soy lo que va quedando
de aquello que alguna vez fue un ser humano.

La esquina de humedales
es mi único lecho para las alucinaciones en vigilia.
Los químicos neuronales
a veces traen evocaciones de lo que era mi familia.
Lloran como si fueran reales
al encontrarme solitario y tan alejado de su ayuda.
Luego no hay memoriales
solo caen mis ojos irritados sin contrición alguna.

Mi voluntad no es fuerte
y cada noche termino pudriendo mi carne vacía.
No hay un “volver a verte”
al escoger una adicción por la verdadera alegría.
Queda mi espectro sin suerte
y un cuerpo frío que ya no soporta antibióticos.
Cuando me acune la muerte
será disfrutando mis últimos sorbos narcóticos.