En el silencio de la noche, ella escribió:
“Querido tauro, amado,
son tus caricias néctar divino.
Amado acuario, anhelado,
es tu recuerdo el pan y el vino.
Esta es mi vida,
estos mis amores;
embriagante bebida,
perfume de flores.”
Después, extasiada y reflexiva pensó:
“Acuario forma mi pasado,
su recuerdo me abriga hoy.
En mi corazón quedó guardado:
de su dulce añoranza soy.
Yo soy una.
Yo soy dos.
Yo soy todas.
Yo soy yo.”
Sorprendiéndose a sí misma, continuó:
“Tauro es mi roca y mi soporte,
para siempre mi fiel amante.
Es mi constante y mi baluarte
y nuestro amor vive triunfante.
Yo soy una.
Yo soy dos.
Soy del diablo.
Soy de Dios.
Este es mi vida de antes y ahora.
A los dos los tengo presentes.
Sin pensar en ellos no paso una hora.
Son mis motivos permanentes.”
El tiempo pasó y divertida canturreó:
“Esta es mi vida,
estos mis amores;
embriagante bebida,
perfume de flores.”
María Teresa Ruíz Rentería © Todos los derechos reservados.
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