Quisimos entibiar la vida
para alejar todas las historias
que nos cubrieron de llagas
las noches y los días.
Ya los dos eramos herídas.
Por eso, no importaba cuanto durase;
un momento, un año o un siglo
solo deseábamos recrear el universo
para darle emoción y sentimiento
a eso que nació desde muy adentro.
Nos tomamos de las manos,
y allí floreció la primavera
entre brisas tibias y caricias
¡sentí tanto..., tan mío..., tan de él...!
que rompimos en risas y llanto.
Pues atrapamos un soplo y lo transformamos
en una gran caricia al corazón.
Entrelazados tocamos las estrellas
para avisarle de nuestra dicha
disolviendo nubes de olvido y desamor.
Por eso no importa cuanto dure
ya descubrimos la emoción del sentimiento
Eso justifica tantos senderos largos y fríos
que debimos recorrer para encontrarnos.