Solías decir que amabas el silencio, llegar a casa y estar solo;
Solías decir que no te gustaba estar con la gente, que no soportabas sus historias;
Solías decir que estabas cansado de pretender que te interesabas por ellos;
Entonces llegó el día en quién te fuiste a casa solo, y estabas aliviado al no sentir nada más que tu respiración.
Pero lo que no pensaste fue en la soledad que seguía.
No pensaste en que abandonaste personas que te necesitaban y te querían;
No pensaste en que no tener a alguien allí que te acompañara a reír amargaría tu vida;
Y luego fue demasiado tarde... Volviste a la casa llena de personas, pero ahora eras un extraño.
Ya nadie te extrañaba; ellos entendieron que no valía la pena esperar por alguien que no se preocupaba;
Volviste a tu casa, y te recibió la soledad otra vez.
Ahora llorabas, pero ya nadie escuchaba.