Yo bordé mis versos en tu almohada
con hebras destejidas de la luna
y tu sueño de ilusión plateada
se hizo bosque, ciudad, desierto y duna.
Apresados en tu dulce sonrisa
mis poemas supieron de tu beso,
en la leve presencia de la brisa
retornaron cubiertos de embeleso.
Yo pinté tu campiña en mil colores,
fui esculpiendo tu nombre en cada esquina,
y juré en el estrado de las flores
ofrendarte mi rosa sin espina.
Sin estar a mi lado ni ser mía,
eres luz que alumbra mi poesía.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.