Esta madrugada quieta donde las estrellas reinan,
solo el viento es testigo,
de la soledad y la pena.
En un rincón de una calle,
de una ciudad desierta,
de un pais,
no importa el nombre,
para esto vale cualquiera.
El llanto de la inocencia,
se hace eco en las sombras,
llora rios de soledad,
con la escarcha como alfombra.
Las puertas yacen dormidas,
no hay ventanas que vean, solo el frio acompaña,
el frio y el hambre seca.
Grande el corazón del hombre,
grande de boca pa fuera,
cuando la sed y el dolor,
duermen junto a nuestra puerta.
Dolores Egea ( Lolaila)