Tus ojos
celestemente me miran.
Daría mi agua, mi luna,
mi pan,
por tenerlos en el espacio de mi pecho
cada día.
Pues sólo hoy acuden como ráfaga que detiene el tiempo.
¿Me mirarán otra vez celestemente,
o sólo hoy están cantando, bordeando el aire,
sobre mi alma?
Guillermo Capece
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