El silencio inunda las calles de la ciudad, solo se escucha entre algún callejón el viento silbar, y las hojas secas vuelan dispersas mientras se agrupan, y entre un fuerte remolino se alejan de aquel lugar. Paso lo inevitable cuando el caos desato una guerra sin precedentes en el que ya era pueblo contra pueblo, dejando innumerables víctimas y solo escombros en lo que antes iluminaba prosperidad. ¡Y al igual que un vendaval eleva las hojas!, la emigración no se hizo esperar. Familias enteras separadas bajo una lluvia de acero. Pasado algún tiempo en un lugar remoto ella sostiene entre sus manos el rosario de la abuela, quien se lo entregara horas antes de salir del país, Sara, Marion y su padre y le parece escuchar la voz de su abuela en ese momento diciendo:
-“Mi querida Sara cuida este rosario como las raíces que lleva en las cuentas de toda una vida, y entre penas y alegrías mas de una vez te mostrara el paraíso y el calvario que significa la vida. Acompañare a Marisol en la casa, sabemos que no hay poder en el mundo que la mueva de esta raíz. Y tal vez si cambian los aires algún día, quizás ustedes puedan regresar a la tierra que las vio nacer”.
Sara guarda el rosario en un cofre en el momento que Marion grita su nombre, y el llanto de un niño que despierta a la vida inicia una nueva raíz y empieza la cuenta otra vez.///
Y la vida continúa …