LA MUÑECA DE MI NIÑEZ
Mi niñez con trenza de respeto
como cuelga la mazorca seca
y el beso de un gesto sincero
con el que perdonaba una
ofensa. Nunca conocí la
muñeca del rencor, ni
el mandil del odio.
Mi inocencia no
entendía lo diferente de lo diferente.
Construía un mundo en piedras de
matiz, aunque me juzgara la trompeta
de una cigarra por mis mentiras
enigmáticas. Ese era el conjunto
y paquete de mi infancia. Una
incoherencia de la orquesta
de grillos con las ocurrencias
de mi ignorancia. Los juegos
Materiles eran los cantares
de mi niñez. El contar
estrellas en un cielo
despejado, era mi
lluvia de ovejas
donde las
ilusiones
fueron prometidas con la dedicación
de mis padres en esas horas
monótonas como ronroneos
del reloj que hacían mis
noches menos tenebrosas
y frias, partían mi mente
de poseía, los juguetes
de la inocencia, la
sabiduría de la
nada y la
naturaleza
de mi ignorancia.
Siomara Henriquez de Goldman ©
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