No quiero escribir, todo me recuerda a ti y se supone que ya me despedí.
No quiero escribir porque tú eres Roma y todos los caminos los tiene mi lápiz, no hay otro destino cuando escribo, colonizaste todos mis sentidos y plantaste bandera en mi aire, eres dictadora sin saberlo pues mi voz de mando de mandarte al diablo no se acata, le tengo honor a tu figura y lealtad a tus caprichos , si conocieras el poder que tienes volveríamos a la esclavitud, sin poder negarme haría todo cuanto se te
antojase, porque tus antojos son mi ley y sin juramento pues lo que me pidas me lo exige el pecho.
Mande usted que tiene potestad empírica, mande usted que se ha ganado el respeto de mis soldados, mande que lo que es le es suficiente para ganarme la autonomía, mande que tengo en mi y en usted
esperanzas todavía, no me preguntes ¿Por qué? si estoy segura que miles de veces lo eche a perder, no me preguntes que no lo sé.
No quiero escribir porque me dejas sin aliento y de momento tampoco quiero hablarte, solamente mirarte y eso es contarte que ni mi silencio contiene lo que mis pupilas gritan. ¿Ves porque no quería escribir?
odio que me ganes si ni siquiera estás jugando, odio que me gustes tanto, odio que me hagas tanto perder los cimientos me obligas a reinventarme y nada de lo que aprendí importa porque no me conozco, lo peor es que de momentos no me afecta, es ese el momento donde te haces presente y olvido que no quiero escribir naciendo de mi trillones de versos que riman con tu cabello, todos dando vuelta en mi cerebro hasta que te vas y me molesto, me pongo en pausa y me suprimo porque no debería admirarte tanto, por eso me corto las alas y las lanzo al abismo pero las muy perras me crecen de nuevo si estas otra vez hablando conmigo.