La soledad no descansa
y nos alcanza de repente
todos los ojos sobre una pantalla
y el mismo sol nos atardece.
Recuerdo la quietud de tu cuerpo
y pienso si el destino nos merece,
si mi cielo es tu cielo o simplemente
eres sueño en el viento transparente.
En mi corazón lates
negra lluvia de letras,
(y así) en mis manos te deshaces
pequeña gota de tinta fresca.
Y tú me pides que te alcance
en el túnel que surge de los verdes,
_Dios ¿quién pudiera besarte?
_Dios ¿quién pudiera tenerte?
(¿Inmortal?)
Es nuestro tiempo el que agoniza,
¿es la realidad de tus labios,
(que me nombran)
o es la realidad de mis labios
que vanamente lo imaginan?
Creo que solo es media pena
o si lo prefieres media desdicha,
tus brazos abiertos me esperan
y la distancia mortal me los quita.
Entonces solo me queda soñarte
en este campo de arte y algodón
suave tu piel al acariciarte
recostada sombra sobre el renglón.